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Entrevistas

Las floristas montamos un jardín en medio del asfalto cada mañana

Carme Romero
Florista de la Rambla

Nacida en la Barceloneta pero criada en Nou Barris, se define como muy salvaje y se hizo florista por casualidad, porque no quería un trabajo con un horario fijo. Se estrenó trabajando para un conocido y a través de otro llegó a la Rambla, a Flors Sorribas, con 20 años. Empezó barriendo el puesto y después de 5 años como dependienta en los que aprendió mucho, los propietarios dejaron el negocio y le propusieron que se lo quedara.

Desde mitad de los 80 en la Rambla, habrá visto de todo...

La Rambla de los años 80 era una fiesta contínua, viví muchas experiencias, pero de todas la más alucinante fue debutar en la gran pantalla con Vicky, Cristina, Barcelona de Woody Allen. Me tocó organizar con la productora el rodaje de las escenas en la Rambla y, a parte de ceder el espacio, pidieron extras y terminé siendo una. En tantos años anécdotas hay muchas: creo que fui la primera persona en saber que Schuster fichaba por el Madrid porque vino a comprar flores para su esposa acompañado de un periodista que le estaba haciendo una entrevista y, mientras estaba en el puesto le confirmó el fichaje. Otro famoso que venía mucho y a quien consideraba un amigo era Gila, que cada semana compraba una docena de rosas para su mujer y un pomo de margaritas para su hija. Era un señor muy profundo, muy serio, me gustaba mucho hablar con él. Lloré mucho cuando supe por la prensa que había muerto.

¿Qué es ser florista de la Rambla?

Para mi el hilo conductor de mi vida, siempre se ha desarrollado alrededor de si he de estar en la Rambla o no. También es una cosa que te da caché: “Eh, que soy de la Rambla de las Flores” (ríe). Yo creo que me lo merezco, este caché. He dejado mucha energia en esta Rambla y la que me queda.

¿Cómo te haces florista?

A diferencia de hace treinta años, que se aprendía trabajando, ahora la formación es fundamental, porque ahora nadie entiende que tengas una floristería y no sepas el nombre de las flores. Además, aprendiendo en una floristería solo aprendes a copiar, no toda la parte creativa, la que hace salir tu personalidad. Lo ideal sería complementar la escuela con la práctica, porque si solo vas a la escuela te quedas cojo. El día a dia lo aprendes en una floristería ya que, por suerte, no es solo vender ramitos. ¿Y si te viene una novia? ¿O un restaurante? Yo fuí a la Escola d’Art Floral de Catalunya y tengo el título de Maestro florista.

¿Hay varios grados?

Sí, oficial florista, oficial mayor y maestro florista. El primero tiene el conocimiento básico, el segundo y el tercero añaden inquietud, curiosidad, un bagaje que es de más difícil aplicación en la Rambla. Para que nos entendamos, una boda la puede llevar a cabo un oficial, mientras que las fachadas que se hacen en la Rambla para la fiesta del Roser son obra de un maestro.

¿Y entre florista y jardinero, hay diferencias?

El florista se dedica a la parte más estética, el jardinero se preocupa más por la durabilidad de la planta, el diseño de jardines. Puede haber jardineros que no sean floristas, pero no puede haber floristas que no entiendan de plantas.

¿Las plantas también son flores?

Las flores son plantas y las plantas también son flores porque se hacen trabajos tremendamente decorativos con plantas. Se puede hacer un trabajo floral con ellas, porque la planta tiene entidad por ella misma, no tiene porque ser un simple complemento de la flor. Tienen sentido que las floristas conozcan las plantas, porque hay un mal concepto de lo que es el verde: se puede hacer todo un ramo solo con verdes y sin flores y es igual de decorativo. Y, de la misma manera, es puede trabajar una planta con sentido floral, decorativo.

¿Cortar una flor es matarla?

No, quizás durará más separada de la planta que con la misma planta. El alma de una floristería es tanto la flor cortada como la que no lo está.

¿Hay flores difíciles de trabajar?

Ninguna flor lo es. Hay que tener claro que lo más importante es el color y que, por suerte, en flores no existe el negro. Para mezclar dos colores de entrada imposibles, puedes ir de una punta a otra, desde la armonía hasta el extremo. En el primer caso, para pasar del amarillo al rosa, haremos una gradación: amarillo-naranja-rojo-rosa. En el segundo, las combinaremos directamente. La flor te habla, aunque no siempre tienes tiempo de hablar con ella. ¿Con qué combinas una strelitzia? Tiene naranja, amarillo y azul. La misma flor te dice qué colores le van bien. El mejor arreglo tiene que ser armonioso y normalmente gana el color por delante de la flor.

¿Con que flores trabaja habitualmente?

Me gustan las flores de temporada, de proximidad, que tengan una apariencia humilde, como un ramito de anémonas.

¿Qué flor tiene siempre en casa?

No falta nunca el clavel y la lavanda, y aunque hay una flor que me gusta mucho, la magnolia, en floristería no se trabaja porque no es comercial. En cambio, me angustian las flores con un olor muy intenso, tipo lilium, que son muy bonitos pero me aturden.

¿Una flor para una boda?

Depende de la estación en que se haga. Si es en primavera, fresia y ranúncula. Si es en verano, lavanda y peonía. Si es en otoño, tulipán y alhelí, que es muy romántico.

¿Para un bautizo?

Una flor blanca acompañada de muchos verdes, que dé mucho frescor.

¿Para un entierro?

La gente no sabe enterrar a los muertos, no estamos preparados: o nos los quitamos de encima o los conocemos y buscamos algo que le gustase. Me gusta el concepto que tienen en el norte de Europa, mucho más personalizado. Aquí se va a quedar bien y la flor es de esas cosas que, cuando se regala, da pistas sobre tí a la persona a quien la regalas. Y no todo es cuestión de presupuesto. Cuando no hay, lo más adecuado es ser detallista.

¿Para un chico?

Una flor rotunda, tipo heliconea o strelitzia. En cambio, para una chica, la más habitual es la rosa, aunque la gente se deja llevar y escucha tus sugerencias.

¿El encargo más extraño que le han hecho nunca?

Un ramo de novia que se pudiera partir en dos para poder dar una parte a la madre y otra a la suegra.

¿Un reto a nivel profesional?

Que la Rambla vuelva a ser el referente de la flor en Barcelona. Y a nivel personal, conseguirlo. Nosotras montamos un jardín en medio del asfalto cada mañana y querría que la gente se diera cuenta de eso.