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22 Abr
Producto

Alimentos para el confinamiento: especias

Queremos ayudaros a hacer una compra fresca saludable y que se adapte al máximo a las restricciones de movimiento de estos dias tan complicados. Por eso os proponemos productos que, por la durabilidad, la versatilidad y la temporalidad, pueden facilitaros un poco la vida, tanto si sois unos cracs de los fogones como si no.

Hoy os proponemos las especias, en tiempos antiguos tan apreciadas como el oro y las piedras preciosas, y que han estado presentes en las cocinas para dar sabor, color y aroma a los platos, conservar alimentos, preparar cosméticos, fermentar bebidas o aprovechar sus beneficios medicinales. Aclaremos, antes de continuar, que no es lo mismo un condimento que una especia y una hierba aromática. En el primer caso se pueden incluir los de origen mineral, como la sal, mientras que las especias son exclusivamente vegetales. En cuanto a la diferencia entre hierbas y especias, es más difícil de establecer, aunque podríamos decir que las hierbas no tienen órganos leñosos y entre las especies se incluyen las partes duras como semillas, yemas, cortezas, raíces, brotes o bayas.

Utilizadas desde hace miles de años, en especial en Asia y Oriente Medio, la primera ley de las especias es saberlas combinar para conseguir platos equilibrados y sabrosos. Normalmente se comen crudas, en pequeñas cantidades y se incorporan poco antes de finalizar la cocción o justo antes de servir, y así mantienen sus propiedades y sabor original, sin eliminar el de los alimentos que acompañan.

Para cumplir la primera ley, nos irá bien saber que hay dos grupos de especias: las que cambian el sabor de los alimentos (como la canela o el tomillo), y las que animan el paladar (como la pimienta o la nuez moscada). También las podemos dividir según el uso que se le de, de manera que tendríamos las especies de base –se usan de manera general en cualquier tipo de platos, como la pimienta o la nuez moscada-, las suaves y dulces –aromatizan y dan sabor a dulces, pasteles, galletas o mermeladas, como el anís, la vainilla, la canela o el cardamomo-, las fuertes –se usan principalmente con carnes como la mostaza, el clavo o la cúrcuma-, y las de relleno, que ayudan a sazonar a las anteriores, como el gengibre.

Además de su uso culinario, especias y hierbas aromáticas tienen desde la antigüedad usos medicinales por sus propiedades. Por ejemplo, el romero y el pimentón tienen efectos analgésicos; el tomillo, antisépticos; la pimienta, antipiréticos; el cardamono, gastroprotectores; la mostaza, antimicrobianos; el comino, la pimienta de cayena y el gengibre, carminativos; el anís y el cilantro, antioxidantes; la cúrcuma, antiinflamatorios, y la canela digestivos.

Desde el momento en que se cosechan, muelen o tuestan, las especias comienzan a perder los aromas. Por eso es tan importante que no las compremos en grandes cantidades sinó solo las que nos permitan un uso en períodos cortos de tiempo y poder irlas reponiendo. Tampoco es recomendable comprar la misma cantidad de todas las especias, sinó más o menos en función de si las usamos mucho o poco en nuestra cocina. Pensemos que las molidas son más delicadas que las de grano entero, por eso va mucho mejor comprar las segundas y molerlas en casa, justo antes de necesitarlas.

Una vez en casa, las guardaremos en botes herméticos, si puede ser que no sean de cristal, y en un lugar fresco, seco, protegido de la luz y alejado de fuentes de calor como cocinas, horno, neveras o lavadoras, cuyos motores generan calor cuando están en funcionamiento.