Collboni elogió la figura de Bayén, de quien recordó que fue “un símbolo de la Boqueria y de la ciudad”, además de un referente gastronómico. “Nuestro camarero más universal”, subrayó el alcalde sobre Bayén, a quien también recordó por su sonrisa, su humildad y las ocho décadas de oficio que ejerció, definiendo siempre la Boqueria “como el mejor lugar del mundo”. En el acto también participaron el presidente del Gremio de Restauración, Isidre Gironès; el presidente de la Asociación de Comerciantes de la Boqueria, Jordi Mas; el comerciante Eduard Soley y el pastelero Christian Escribà.

El Bar Pinotxo abrió en la década de los 40, cuando la madre de Bayén alquiló una barra de bar en la Boqueria. Con ocho años, Joan Bayén ya ayudaba a su madre en el bar, que entonces se llamaba Quiosc. Los clientes habituales acabaron rebautizando el local como Bar Pinotxo por el nombre del perro que acompañaba al niño y que hacía referencia a la película de Disney estrenada en esos años. La madre de Bayén fue pionera en preparar comida y con los años amplió el local y el menú con nuevos platos, algunos de ellos una buena muestra de la gastronomía de Barcelona y que atraían a clientes que buscaban los platos clásicos de toda la vida: trinxat, cap i pota o tripas.

Con los años, Joan Bayén se convirtió en un símbolo local, con su imagen de camarero clásico, siempre vestido con chaleco y corbata de lazo. Con una sonrisa siempre a punto, atendía desde la barra del Pinotxo transmitiendo la idea de una Barcelona acogedora y amable, proyectando la imagen de la ciudad al mundo. Era un gran relaciones públicas, un exponente del arte de servir y un trabajador incansable que durante casi ocho décadas mantuvo el éxito profesional y miles de clientes satisfechos.

Jordi Mas, el presidente de la Asociación de Comerciantes de la Boqueria, explicó que era un gran día para el mercado, ya que esta medalla representa un reconocimiento a la figura de Juanito y al legado que ha dejado. Mas valoró su “cultura del esfuerzo, la entrega total al mercado y su papel como embajador. “El carisma y la sonrisa de Juanito hicieron que el mercado traspasara fronteras y contribuyó a la internacionalización del mercado”. Además, destacó su espíritu innovador, que fue capaz de llevar la alta cocina a los mercados, su calidad humana y su energía”.