Utilizamos cookies propias y de terceros para ofrecer nuestros servicios y recoger datos estadísticos. Continuar navegando implica su aceptación. Más información Aceptar

Entrevistas

Un programa como ‘El Foraster’ iría muy bien para que la gente valorara más a los payeses

Pere Miquel
Cal Neguit

El puesto Cal Neguit está en el mercado desde 1877, cuando el tatarabuelo de Pere Miquel, el actual propietario, lo compró como regalo de boda para la tatarabuela. Su viaje de novios fue en carro hasta el mercado para montar el puesto. Tiene los campos en Sant Boi de Llobregat, el primero estaba donde ahora está el nuevo recinto de la feria, en l’Hospitalet, y la masia que está al lado de Ikea es donde nació su madre. Entre sus productos estrella estan los ‘calçots’, las alcachofas, las habas, las manzanas, el brécol morado, la col de olla y todos los tomates menos los raf.

Ha llovido mucho desde 1877...

Sí, pero desde el primer momento siempre hemos funcionado igual: la nuera siempre se quedaba en el puesto y el hijo mayor, al campo. Yo soy el primero que compagina las dos cosas, campo y puesto. Mi família procede de Rodonyà y lleva cuatro generaciones en el Baix Llobregat, siempre trabajando de payés, pero yo a los nueve años no sabía si querría ser payés o no, y ahora, a mi hijo le gusta el campo o sea que quizás tenemos asegurada una generación más de payeses. Claro que las cosas han cambiado mucho: a mi padre solo le veía los fines de semana y a mi madre si venía aquí, al puesto, y con 13-14 años yo iba a trabajar al campo y esto para mi hijo es impensable.

¿Qué es ser payés?

A grandes rasgos, quien vive de trabajar la tierra, pero es muy diferente lo que significa ahora que cuando estaban mi abuelo o mi padre. Antes muchas cosas se hacían casi por obligación, porque siempre se habían hecho igual, ahora casi todos los que trabajamos de payés tenemos estudios sobre payesía. Antes la demanda de la sociedad era muy igual: por Navidad tenías que tener escarolas, col, apio y rábanos, hace 13-14 años había llegado a vender 800 escarolas en un día. Antes la gente compraba lo que había y ahora plantamos lo que nos piden: he pasado de vender una caja de lechugas lollo y hoja de roble a la semana a vender entre diez y quince al dia. Con esto de las ensaladas me di cuenta de que tenía que empezar a plantar otras cosas.

¿Qué plantas menos y qué otras cosas has introducido?

He reducido, por ejemplo, el apio, de 100.000 a 15.000, porque se ha dejado de consumir. La escarola, el brécol, la coliflor y la acelga, de las que ahora planto un 20 por ciento de lo que plantaba antes, o la judía tierna, que cuesta mucho de recoger y no compensa. Como productos nuevos, el ‘espigall’, la col kale, la acelga pequeña que antes no se recogia y ahora sí porque a la gente no le gustan los tallos y solo quiere hojas. También col lombarda, rúcula, remolacha, albahaca, berenjena blanca, brócoli e hinojo, que hace diez años casi no se plantaba aquí. Todo son modas, ahora una cosa gusta y ahora no. La calabaza es un buen ejemplo de esto. Ahora es muy mediática, desde que Karlos Arguiñano preparaba cremas por la tele, pero yo en casa solo la habia visto como decoración.

El payés planta lo que vende. Podemos plantar para nuestro propio consumo lo que nos gusta a nosotros, pero si no tiene salida, ¿quien planta solo para él? Trabajamos con parámetros económicos, no se puede hacer una cosa por amor al arte. Si has de bajar la persiana, no tiene sentido. A pesar de esto, siempre hay inquietudes. Por ejemplo, se recuperan semillas antiguas, como los tomates ‘cor de bou’, el ‘pebroter’ o el montserrat. Y algunos se plantan porque los pide un cliente concreto. Yo planto dos tipos de tomate cherry, el pera y el tigre, la col kale y las aguaturmas porque me lo piden unos restaurantes concretos.

¿Todo lo que tienes en el puesto es de tus campos?

No todo, la mayoría. En verano, la proporción entre producto propio y de fuera es del 70-30 por ciento y en invierno del 50-50. A pesar de esto, lo que no es mío también es de proximidad, ya que con otros payeses del Parque Agrario del Baix Llobregat intercambiamos excedentes de producción, de manera que todos tengamos un poco de todo, porque en el campo tu ya sabes qué tienes que plantar, pero en el puesto no puedes decir que no tienes una cosa que te piden.

¿Tiene sentido hablar de producto de temporada?

Sí, aún lo tiene, lo que pasa es que han cambiado las temporadas. El cambio climático es una realidad y los payeses nos hemos adaptado a él. Hay productos, como la alcachofa, que continuan siendo solo de temporada, pero todo lo que tiene hoja verde se puede plantar todo el año. Otra cosa es que luego sea rendible: si plantas ‘espigall’ en verano tienes que tirar la mitad porque se vuelve amarillo.

¿El payés nace o se hace?

Pueden ser las dos cosas. Yo nací payés y me hice payés, pero para poder salvar el campo tuve que venir al mercado, al puesto, a vender directamente. Ahora habría que hacerlo al revés, para salvar el negocio del mercado tendría que volver al campo.

¿Como se aprendre a ser payés?

Como para muchas otras cosas, se estudia, en concreto, engenieria agrónoma. El mundo de hoy dia es muy competitivo y se necesitan más conocimientos. Los estudios ayudan, aunque no son indispensables para trabajar de payés. Yo, antes, fui a una Escuela Familiar Agraria (CFA), que ahora en Catalunya ya solo queda una, está en Quintanes y es de ganadería. Necesitamos estudiar para saber porque pasan las cosas: mi padre sabía qué pasaba y yo quería explicar porque pasaba lo que pasaba, porque así puedes influir sobre las cosas. Pongamos un ejemplo: mi padre decía que no hay que plantar perejil en luna llena, y yo digo que no hay que plantarlo en luna llena porque se espiga. Las fases de la luna son importantes, y hay que tenerlas en cuenta a la hora de plantar, trasplantar, recoger, arar... Lo que pasa es que, según la visión que tiene mucha gente, parece que los payeses tengamos que continuar yendo en burro, que no pueda ser que el conocimiento, la técnica y la modernidad lleguen al campo. Por suerte, nuestro cliente está educado para que sepa qué compra. Acostumbro a llevar a muchos clientes a mis campos, nos juntamos para ir a verlos y explicarles las cosas sobre el terreno y acabamos con unas buenas alcachofas a la brasa.

¿Tratamos bien a nuestros payeses?

La sociedad catalana aprecia al payés pero desconoce el mundo de la payesía. Un ejemplo: las subvenciones. El payés depende mucho del tiempo y, sí, hay subvenciones y son a fondo perdido, pero el dinero te lo dejan y tienes que devolverlo. No te lo regala nadie. Estamos en una sociedad en la que sabemos de todo y opinamos sobre todo sin saber lo suficiente. Habría que dejarse guiar más por los que saben y tener confianza en la gente que nos habla. Si escuchas solo para después criticar no hacemos nada. A pesar de eso, no quiero decir que nos vean como ciudadanos de segunda, pero el trabajo del payés no está valorado. Y la huerta es muy esclava, tienes que ir al campo cada día. Debería haber un programa como El Foraster para los payeses. Igual que El Foraster ha ayudado a mucha gente a entender los pueblos, un programa de televisión así iría muy bien para que la gente nos valorara más. La gente entiende las cosas cuando las ve.


Con la tele tienes cierta experiencia...

Sí, el año pasado participé en el programa Verd Primera, de Betevé, hablando de productos del campo y me gustó mucho la experiencia, porque tuve que repasar muchas cosas para mis intervenciones, como por ejemplo la endívia. El dia que me tocó hablar sobre ella me di cuenta de cuantas cosas sabía que había olvidado y tuve que recuperar. También hice cinco colaboraciones en Espai Terra de TV3, con Tomàs Molina y Tana Collados.

¿Tiene futuro el campo?

Sí que lo tiene y creo que es bueno, con payeses formados, especializados y con una producción hecha a demanda para la restauración y las tiendas. Ahora ya no se trata de ofrecer lo que tienes sinó de saber qué quieren y hacer tu producción en función de esto. Quien no se adapte a esta manera de funcionar lo tendrá muy difícil para continuar.

¿Y al cliente? ¿Como le retenemos?

Nosotros hacemos mucha pedagogía, intentamos explicar todo lo que podemos y la clientela se queda contenta, se fideliza porque ve los productos de otra manera y se fia de lo que le explicamos. Lo más importante es la confianza, hay que generarla, aunque no lo consigues con todos. Y yo estoy muy contento con mi clientela, tanto los particulares que sirvo en el mercado o a domicilio, como los restauradores. Perder un cliente es muy fácil y a veces no tiene una razón concreta, simplemente porque ha decidido cambiar. La gente va y viene y si el cliente quiere, volverá. Fidelizar clientes es dificil, pero tenemos mecanismos que nos ayudan, como conocer las rutinas de tus clientes y entenderlas: si son famílias con niños, sabes que a las 7 de la tarde las tienes en casa; si son parejas jóvenes, olvídate de abril a octubre, que hace buen tiempo y nunca están en casa, ya volverán en otoño...

¿Las nuevas tecnologías también ayudan no?

Las redes sociales son una nueva ventana para llegar a más gente, o a aquellas personas con las que no hay suficiente confianza para invitarlas a las visitas a los campos que decía antes porque quizás lo consideran demasiado invasivo. Pero no uso las nuevas tecnologías para vender, no hago venta online, aunque sí recibo muchos encargos por mail o whatsapp. Con una clientela automatizada no se puede mantener esta confianza: quien tiene clientes a través de alguna plataforma de venta online no sabe quienes son, no les conoce. Te puede servir para que ellos te conozcan a ti, pero en mi caso, mis clientes ‘virtuales’ vienen por recomendación de algun otro cliente.